“Vértigo”: El crimen perfecto, el alma fracturada
Pocas películas se prestan a una disección tan rica y escalonada como Vértigo (1958), la obra maestra de Alfred Hitchcock. Lo que a primera vista podría parecer un thriller psicológico sobre la obsesión amorosa y el engaño, es en realidad una profunda meditación visual sobre la identidad, la culpa y la imposibilidad de poseer lo amado sin destruirlo. Revisitar esta película no solo confirma su maestría formal, sino que revela un drama moral oculto bajo la superficie del suspenso. Uno de los elementos más fascinantes de Vértigo es su aparente minimalismo actoral. Con apenas cuatro personajes centrales —Scottie, Judy/Madeleine, Midge y Gavin Elster— Hitchcock construye un mundo cerrado, casi teatral, donde cada figura carga consigo tensiones íntimas y símbolos más grandes que sí mismos. El resultado es un relato denso, psicológico, de resonancias míticas, donde todos los hilos de la tragedia están tendidos desde la primera escena. Esa escena inicial —el policía cayendo al vacío ...