El gerundio de la libertad: lo que Arrival nos enseña sobre el tiempo, el amor y el destino
"Si pudieras ver tu vida entera, de principio a fin, ¿cambiarías algo?" La pregunta que plantea Arrival (2016), de Denis Villeneuve, no es simplemente una provocación de ciencia ficción. Es una cuestión filosófica radical que nos obliga a revisar el modo en que entendemos el tiempo, la libertad y el amor.
En un mundo que se nos presenta como más libre que nunca —inmerso en la sociedad del control (Deleuze) o la sociedad de la transparencia (Byung-Chul Han)—, donde el individuo se disuelve entre datos, algoritmos y visibilidad total, Arrival ofrece una respuesta profundamente humana: la libertad auténtica no desaparece cuando conocemos el futuro; al contrario, se vuelve más consciente, más responsable, más amorosa.
Louise, la protagonista, al aprender el lenguaje de los heptápodos, adquiere una nueva forma de percibir el tiempo: no como una línea, sino como un círculo. Y sin embargo, no pierde su libertad. Aunque sabe que su hija morirá joven y que su relación con Ian se romperá, elige amar, dar vida, vivir cada momento plenamente. En un mundo dominado por la predicción, el big data y el cálculo anticipado de nuestros comportamientos, esa decisión libre y amorosa resulta revolucionaria.
Esta concepción del tiempo circular evoca inevitablemente la idea nietzscheana del eterno retorno: la posibilidad de que todo se repita infinitamente y que la prueba del espíritu sea aceptar ese ciclo sin reservas. Pero ahí Arrival toma otro rumbo. Mientras que en Nietzsche el eterno retorno es una forma de desencanto con la libertad —como si ya nada nuevo pudiera surgir—, en Arrival la libertad no desaparece, sino que se exalta. Louise no se resigna a un destino que no puede cambiar; lo abraza conscientemente, y con ello transforma el determinismo en una forma más elevada de libertad. No se trata de repetir la vida, sino de asumirla plenamente.
Y es que la libertad en Arrival está siempre en gerundio: está siendo. No se agota en una elección única ni queda anulada por la anticipación del futuro. Incluso si lo visto se cumple, la libertad vuelve a aparecer con cada acto, con cada entrega, con cada afirmación del amor.
Además, Arrival nos recuerda algo olvidado en el discurso moderno sobre la libertad: que mi vida no depende solo de mí, sino que está entrelazada con la libertad de los otros. En la película, lo que Louise decide afecta profundamente a Ian y a Hannah. La libertad, lejos de ser aislada, es relacional y ética.
También es notable que el futuro que se revela en Arrival está codificado en claves profundamente humanas: familia, hija, amor, pérdida. El lenguaje de los heptápodos, circular y no lineal, nos abre no solo a una nueva concepción del tiempo, sino también a una nueva forma de asumir el dolor. En las relaciones donde hay amor, el sufrimiento se transforma, no desaparece, pero se vuelve fecundo.
Frente a la ilusión contemporánea de que somos más libres cuanto más visibles, más conectados o más informados estamos, Arrival devuelve el misterio, el silencio y la intimidad a la experiencia de la libertad. No somos más libres por anticipar todo, sino cuando, aun sabiendo lo que vendrá, elegimos amar.
Louise no huye del destino. Lo abraza. Y en ese acto silencioso y valiente, nos deja una pregunta que vale más que mil respuestas: si pudieras ver tu vida entera... ¿volverías a amar igual?
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