Ed Sheeran, Nueva York y la calle como sala de conciertos
Hay documentales que se cuentan, y otros que se caminan. One Shot with Ed Sheeran: A Music Experience pertenece a esa segunda estirpe rara: la de las obras que avanzan con el pulso de una ciudad, sin cortes visibles, como si el tiempo no pudiera interrumpirse porque lo que está en juego no es solo la música, sino una forma de estar en el mundo. Lo vi con la sensación de asistir a un concierto al aire libre —pero no en el sentido clásico de una tarima instalada en un parque—, sino en el sentido más amplio, casi originario: un músico que recorre la calle y convierte cada tramo en escenario. La apuesta formal sostiene la tesis. El “one shot” no es un capricho técnico, sino la condición misma del relato. La cámara no corta porque la experiencia no corta. En esa continuidad se nota la calidad cinematográfica: el trabajo coreografiado de cámaras, sonido, transiciones y ambientes urbanos consigue algo difícil: producir “cortes emocionales” sin cortar. Cada giro, cada entrada a un nuevo espa...