El crepúsculo de los dioses de Billy Wilder: un espejo roto de Hollywood
Hay películas que envejecen con la dignidad de los clásicos y otras que, como Sunset Boulevard (1950), se mantienen vivas porque contienen una verdad incómoda que sigue latiendo en nuestro presente. Al revisitar la obra maestra de Billy Wilder, uno no puede evitar sentir que no estamos simplemente frente a la historia de Norma Desmond, la diva caída del cine mudo, sino ante una radiografía del poder corrosivo del dinero, la fama y la soledad. La mansión de Norma es el símbolo más evidente: un palacio que en lugar de abrirse al mundo se convierte en cárcel. Allí dentro, las puertas no necesitan chapas porque el encierro no es físico, sino psicológico. Norma vive atrapada en un universo hecho de espejos, recuerdos y películas mudas que ya nadie quiere ver. Joe Gillis, el guionista fracasado que entra en esa casa buscando seguridad económica, pronto descubre que el lujo es solo fachada: bajo el mármol y las arañas de cristal hay un vacío imposible de llenar. El amor tampoco puede compr...