El lugar de las emociones en mi cerebro -a propósito de "El lugar de las palabras"-.

Dedicado a María Gómez Lara (@MaríaGomezLara), colega de luchas...

En la edición de "Lecturas" del periódico El Tiempo del pasado mes de diciembre, salió una selección denominada "50 libros imperdibles" en la que, en la primera página, Frank Báez hace una pequeña reseña del libro "El Lugar de las palabras" de María Gómez Lara. No sé si a todos los que nos encontramos en esta situación -la de tener o haber tenido un tumor cerebral- nos pasa, pero cuando encontramos que alguien ha vivido la experiencia de un tumor cerebral queremos saber un poco más de esa persona, del lugar donde está o estuvo ubicado en su cerebro, del desarrollo de su enfermedad, etc... Es lo que me ha pasado con Nacho Mirás de quien ya hablé en un post anterior; de Marie Fredriksson, cantante de Roxette, que falleció a causa también de un tumor cerebral, o Elkin Ramírez, el titán, líder de la banda de rock antioqueña llamada Kraken y a quien mencioné en el post de Cerati. 

Frank dice en su reseña: "El libro surge luego de que a la poeta colombiana le extrajeran de su cabeza un pequeño tumor con forma de corazón  y de que el doctor le explicase que el proceso podía perder el lenguaje". Con estas palabras rápidamente me di a la tarea de conseguir el libro y, aunque no fue fácil encontrarlo, al mediodía del 24 de diciembre, un amigo me lo dejó como regalo. Es un libro corto, con una escritura, a mi modo de ver, más que de poemas, porque no hay una métrica y una rima propia de este género, de reflexiones o pensamientos que se van dando a medida que transcurre el tratamiento de la enfermedad. A María le descubrieron un tumor cerebral en el lóbulo frontal izquierdo, a mí en el lóbulo temporal derecho. El de ella un astrocitoma de bajo grado, el mío un astrocitoma de grado III. A ambos cuando teníamos 38 años. Su operación salió muy bien, al igual que la mía, y dice ella: "ya ha pasado todo", lo que seguramente yo podré decir el próximo 12 de enero cuando termine todo el tratamiento. A ella a un centímetro, como lo dice en uno de los textos, del lugar de las palabras; a mí, cerca de ese lugar donde se producen las emociones... -"ya que sentimos los afectos, las emociones con una estructura que generalmente está en el lóbulo temporal derecho"-  Ella tuvo que imaginarse cómo sería perder las palabras, yo pensé qué sería perder las emociones...

Dice María en una entrevista reciente que le han hecho, que "lo fundamental en este libro no es la enfermedad sino su transformación en poesía. Además, creo que el gran protagonista de este texto es el lenguaje, el lenguaje en cuanto cuerpo; y también la fragilidad de las palabras; y de la vida. La fragilidad que nos hace humanos. Y la fragilidad que, paradójicamente, es justamente donde creo que está la fortaleza".  Es por eso que, para los que hemos tenido que pasar por todo un proceso de diagnostico y tratamiento de cáncer, el libro de María es volver poesía, diario íntimo, todos y cada uno de los momentos de la enfermedad. Su historia es mi historia: allí están relatados el momento en el que el médico te da el diagnóstico y el modo como recibes la noticia, las preguntas que te surgen, los miedos que aparecen, la soledad -a pesar de la compañía de muchas personas- que vives en ese momento, es tu momento, es tu enfermedad, es tu miedo, son tus preguntas, es tu dolor y el de nadie más. Son los diálogos con el médico preguntándole: ¿doctor, los tumores cerebrales hacen metástasis? ¿si no me opero pronto corro algún riesgo - hay que tener en cuenta que en mi caso estábamos confinados-? ¿cuánto me queda de vida? ¿qué funciones de mi cerebro se van a ver afectadas? ¿qué riesgos tiene la cirugía? ¿de qué me voy a morir?... Es, como ya lo relaté en un post anterior, el encuentro con el resonador y una resonancia magnética tras otra; primero para ver si el tumor estaba creciendo, y, una vez operado, para ver si el tumor ha reaparecido... Recuerdo, cuando estaba en la preparación para la cirugía que el anestesiólogo me dijo: si quedas con el cerebro muy inflamado te tengo que dejar dos días en cuidados intensivos, un diálogo algo parecido al que tuvo también María; en mi caso, afortunadamente no fue necesario. Uno de los poemas del libro María lo titula: "El cerebro no duele"; pues esa misma conversación yo la tuve con un amigo endocrinólogo que me explicaba que lo que duele es obviamente la fractura del craneo, las meninges, los tejidos nerviosos, los vasos sanguíneos, etc.; lo interesante del cerebro es que no duele, pero sí se genera en él la respuesta a todos los dolores que sentimos en el cuerpo. En mi caso, para seguir con las comparaciones, fueron 13 grapas que sellaron la herida causada por la operación, en fin es toda una experiencia que solo quienes la hemos vivido, nos damos cuenta de lo frágiles que somos, pero a la vez, de la capacidad que tiene el cuerpo, y en especial el cerebro, de mostrar su propia fortaleza.

En el caso de María su respuesta a la enfermedad ha sido un libro: "El lugar de las palabras". En mi caso, también han sido las palabras que he escrito a lo largo de estos meses en este blog las que me han llevado a contar algo de lo que he vivido en estos dos últimos años de la enfermedad. Si María llega a leer este post, la invito a establecer un contacto, a modo de epistolario, en el que podamos  seguir compartiendo estas palabras que nos unen por haber vivido una experiencia que nos ha madurado como personas, que nos ha mostrado lo frágiles que somos, pero que a la vez nos ha permitido recomenzar nuestras vidas con una fuerza diferente. 

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