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Mostrando entradas de julio, 2025

Bits y portafolios: el trabajador de la tercera revolución

Cuando apagamos las chimeneas y encendimos los microchips, el trabajo dejó de oler a carbón para oler a plástico nuevo. La Tercera Revolución Industrial —electrónica, informática personal, telecomunicaciones, internet— no solo cambió las herramientas: cambió la forma en que nos pensamos como trabajadores. Si la fábrica había separado a la persona del fruto de su tarea, el computador prometió reconciliarnos con la obra: diseñar, programar, investigar, componer. Pero también impuso dilemas inéditos: ¿quién soy cuando mi “taller” cabe en una pantalla y mi empleo depende de redes invisibles? La transformación fue triple: Primero, cambiaron las herramientas . Pasamos del torno y la prensa al procesador de texto, la hoja de cálculo y el código. La palanca dejó de ser de hierro para ser lógica. En apariencia, ganamos autonomía: ya no hacía falta un edificio con sirena para producir; bastaba una computadora y conexión. Surgió la figura del “trabajador del conocimiento”: su capital es el sabe...

El secreto que guardan los ojos: justicia, amor y redención en tiempos de silencio

Advertencia: Tiene muchos spoilers. Hay películas que se ven, se disfrutan y se olvidan. Y hay otras que se instalan como heridas abiertas, como preguntas que no se dejan responder. El secreto de sus ojos (2009), dirigida por Juan José Campanella y basada en la novela de Eduardo Sacheri, pertenece con justicia al segundo grupo. Es una historia de crimen y justicia, sí; pero sobre todo, es una meditación sobre el dolor, el amor, la memoria y el silencio. En ese cruce inquietante, sus personajes revelan no tanto lo que hacen, sino lo que no logran decir, lo que no pueden olvidar, y lo que, en el fondo, no están dispuestos a perdonar. El núcleo de la película gira en torno a un crimen sin justicia, un asesino protegido por un sistema corrupto, y un viudo —Ricardo Morales— que decide tomarse la justicia por su cuenta. Años más tarde, el investigador del caso, Benjamín Esposito, regresa a reabrir las heridas del pasado, impulsado no solo por el deseo de cerrar el caso, sino también por el...

Bajo la chimenea: la fábrica que quiso rehacer al trabajador

La irrupción de la fábrica quebró el ritmo orgánico del taller y del campo: ya no se trabajaba “hasta que la luz cayera”, sino mientras las máquinas pudieran girar; de allí jornadas de 14–16 horas, seis días por semana, y la urgencia de las primeras leyes para contener el abuso infantil.  El niño y la mujer se volvieron piezas flexibles del nuevo engranaje: más baratos, más dóciles, expuestos a polvo, ejes sin protección y amaneceres dentro del recinto; el Health and Morals of Apprentices Act (1802) abrió tímidamente la puerta y el Factory Act de 1833 intentó limitar edad y horas, reconociendo oficialmente que “producir” podía destruir.  Se degradó así la continuidad entre hacer y vivir: salarios mínimos para hombres, la mitad para mujeres y una fracción para niños, mientras Dickens retrataba en Hard Times una Coketown de manos anónimas y hollín moral que convertía a la persona en “mano” y al carácter en residuo del humo industrial.  El tiempo dejó de ser experiencia ...

Labrar el jardín: una mirada al trabajo desde el origen de la humanidad

Primera entrega de la serie “¿Qué significa trabajar?” El trabajo como pregunta vital ¿A qué te dedicas?, ¿En qué trabajas? suele ser la segunda cosa que preguntamos después del nombre. No es casual: durante años he reflexionado sobre cómo el oficio/trabajo moldea la identidad y quiero compartir esa exploración en tres columnas. Hoy retrocederemos al origen: del mandato bíblico a los oficios artesanales; la próxima entrega abordará la revolución industrial y la tercera, nuestro presente algorítmico. El hilo conductor será siempre el mismo interrogante: ¿qué significa el trabajo para el ser humano? “Ut operaretur” — labrar y guardar el Edén La primera escena laboral de la historia judeocristiana es serena, muy tranquila. «Tomó, pues, el Señor Dios al hombre y lo puso en el jardín del Edén para que lo cultivara y lo guardara» (Gn 2,15). El latín resume el encargo en dos palabras: ut operaretur . Antes de cualquier caída, falta o fatiga, trabajar significa cooperar : continuar la obra...

Una coincidencia sobre ruedas: cuando la estadística y la empatía se dan la mano

Déjenme contarles lo que me pasó hace unos días. Pedí un Uber en Bogotá, me subí, saludé… y la voz del conductor —ese inconfundible acento argentino— me sacudió la memoria. ¡Claro! Ya había viajado con él hace unas semanas. Aquella vez conversamos de su esposa colombiana, del papa Francisco, de River Plate. El reencuentro fue tan inesperado que me hizo pensar: ¿cuál es la probabilidad real de toparte dos veces con la misma persona en una ciudad de nueve millones de habitantes? El lado numérico de mi sorpresa Uber reportaba en 2023 más de 180 000 conductores en todo el país, la mayoría rodando por Bogotá. Yo calculo que, entre horarios y zonas donde suelo moverme, mi “universo real” de choferes baja tal vez a unos 5 000 . En tres meses había hecho unos 25 viajes. Con esos números, reencontrarme con el mismo conductor cae en un rango de probabilidad bajísimo —del 0,3 % al 3 %, según lo estrecho que sea el grupo—, pero no es imposible. De hecho, con los cientos de miles de trayectos d...